16 de noviembre de 2008

Jugar o no jugar, ¿es esa la cuestión?

Ya hace un tiempo indiqué que quería hablar de este tema: el juego, como principio básico para la vida. Descubrir el go ha sido para mi ver de nuevo que dentro de los juegos hay algo más que "pasar el tiempo" (eso son los "pasatiempos").

El jugar tiene un rol importante en muchos campos: pedagogía, terapia, estrategia, salud, cultura, etc. Al respecto del juego, se ha escrito mucho, por supuesto, tanto desde el punto de vista de los biólogos, psicólogos, antropólogos, como desde el punto de vista de matemáticos (ver "la teoría de los juegos"), religiosos (ver en el mundo del go el muy relevante punto de vista de los monjes zen), militares, políticos y empresarios (el punto de vista de la estrategia).


A mi me interesan especialmente los puntos de vista de la pedagogía, la estrategia y la cultura.

El punto de vista de la pedagogía tiene hoy en día una relevancia especial, desde que hemos institucionalizado la educación de los niños hasta los mayores absurdos de querer que aprendan todo tipo de conocimientos académicas y extraacadémicas y de no dejar que se suban a los árboles o que se interrelacionen con cierta libertad con otros niños jugando en la calle y tomando sus propias decisiones de vez en cuando...

Jugar a la pelota o al go no nos enseña directamente a sobrevivir en una isla solitaria, pero según parece nos ayuda a practicar en diseñar estrategias y a experimentar esa sensación tan agradable de conseguir el objetivo o de aceptar la derrota. Todo ello practicando con "gaseosa", sin arriesgar.


Incluso podemos aplicarlo antes de ser personas 100% responsables de nosotros mismos. Si de pequeños aprendemos a ver juegos en los estudios, disfrutaremos más estudiando (porque será una actividad agradable) y conseguiremos retener mucho más conocimiento que si estudiamos sólo para conseguir pasar la prueba concreta (efecto empachón-catarsis).

[Nota: Por otro lado, quiero enfatizar que la sociedad de hoy no defiende ni transmite debidamente los valores que se esconden de tener un conocimiento, de tener curiosidad en su sentido más positivo. Más bien se premian la codicia, la estupidez (ver los actuales programas televisivos o la crisis financiera) y la simplificación (lo que los bilbainos llamamos sinsorgos e insustanciales). Antes de entender el estudio como un juego hay que saber valorar el conocimiento como un tesoro para toda la vida, no sólo para un examen de mañana.]

Los juegos no sólo nos preparan para enfrentarnos a los retos de la vida, sabiendo trazar caminos para llegar a una meta. También nos ayudan ensayar a ser seres sociales. En el mundo animal, aquellos que de pequeños practican más con los juegos, en el futuro suelen ser socialmente más competentes.

Jugar nos puede ayudar también a soportar mejor nuestras dudas existenciales. Jugando podemos aprender a visualizar el futuro de una manera creativa y tener una serie de opciones optimistas en el punto de mira. Es esta flexibilidad la que permite a las especies tener éxito en la lucha por la supervivencia.


A los adultos jugar nos viene también bien (no sólo a los casinos y a la industria del juego en general). Por un lado nos ganamos esos pequeños momentos de éxito que tan caros son en la vida real. Por otro lado, al parecer, nos ayuda a sacar el niño que todos tenemos dentro, sin que montemos el espectáculo por invadir el cajón de la arena del jardín de infancia.


Ahora bien, ¿hay una frontera clara entre el juego y la realidad? O: ¿Qué no es en la vida un juego? En las presentaciones y negociaciones en el trabajo se echan muchos "faroles". En la búsqueda de pareja muchas personas lo echan todo a una carta. Y no hablemos de lo mucho que la "autosatisfacción" del sistema límbico de muchos financieros con sus juegos de flujos virtuales de dinero... En un juzgado, si el abogado tiene en cuenta todas las reglas del juego, tiene mucho que ganar (muchos juicios se ganan por fallos de forma...).

Y esta claro también que cuando, en casos extremos, se encuentran personas que entienden la vida como un simple juego con personas que se lo toman TODO en serio, haya verdaderas explosiones. Ejemplo claro: el acercamiento de un ligón "jugador" a una mujer que no entiende la parte jocosa del arte del ligue... ¡Bum!

Resumiendo, todo reside en un sano equilibrio. La vida es un juego, que hay que sabérselo tomar en broma (divirtiéndonos) y en serio (siendo responsables), dependiendo del momento.

A lo largo de este blog aparecerán muchas referencias a las facetas del go para aportar ideas, inspiraciones y guiones que se puedan extrapolar a la vida real. Por ejemplo:
Este último miércoles en el club de go de Bilbao, el sensei me recordó que jugar al go es más ver que pensar. ¡Qué mejor en la vida real poder ver el camino que tener que pensarlo! Muchas veces, hay que saber escuchar a la voz interna que nos dice qué hacer y hacerlo sin pensar. Pero para eso hay que saber escuchar muy bien...

3 comentarios:

  1. Querido amigo Paburou, espero que sea cierto lo que dices en este post y nuestra próxima partida no se eternice. Aunque en parte me gusta porque me ayuda a pararme a pensar. Creo que el go es un juego que me gusta mucho porque a partir de cierto punto tienes que contar mas con tu instinto que con tu capacidad de raciocinio, ya que las posibilidades lógicas se vuelve cuasi-infinitas. Por lo tanto espero que este miercoles, si llega a ser posible, me demuestres tu cambio de carisma frente al juego. Errar es ganar ¿no? Pues con cada derrota estas un poco más cerca de ser un jugador "real" de Go.

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  2. ¡Una entrada muuuuy interesante! Gracias.
    Qué bueno sería si todos los padres del mundo pudieran educar a sus hijos de esa forma...
    Un saludo, con una reverencia :)

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  3. Muy interesante la entrada, Pablo. Probablemente conozcas Homo ludens, de Huizinga, el clásico en este tema. Su idea básica es que el juego es una especie de forma elemental de la cultura, como un embrión a partir del cual después se irían desplegando todos los diversos ámbitos de acción y discurso. Desde luego, la hipótesis se hace bastante creíble cuando uno ve la espontánea seriedad y la entrega con que los niños juegan.
    No tenía ni idea de tu afición al go. Pero me alegro mucho de que me hayas dado a conocer el blog. Tiene muy buena pinta.
    Un abrazo desde la Fächerstadt,
    Jaime.

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