No obstante, se puede leer en las últimas semanas que los bancos se vuelven a recuperar y que de las medidas que se querían tomar (por ejemplo, recortar los bonus a los banqueros o atacar a los paraísos fiscales), van perdiendo fuerza. Pues ante esto, sólo se puede decir una cosa: un nuevo parche-burbuja que retrasa la solución. Y a cuanto más tardemos...
Pero el lobo vendrá y si no nos pilla en fuera de juego, mejor. Para ello, lo mejor es prepararse, practicar para el cambio.
Y si lo que viene es un mundo con los recursos mucho más limitados, ¿a qué estamos dispuestos a renunciar?
¿Renunciar al turismo globalizado?
¿Renunciar al "confort" y al lujo?
¿Renunciar al ocio consumista?
La palabra lujo la podemos plantear, por ejemplo, desde el punto de vista de un hombre del siglo XIX: todo aquello que a él le sobraría o con lo que podría no vivir. También podemos poner el punto de vista de una persona que ha vivida la auténtica pobreza...
Haciendo una vez más la analogía con el go, la renuncia la podemos encontrar en el momento de tener que dar por perdido un territorio o un grupo de piedras. Cuando se dan por perdidas unas piedras o se asignan piedras a una misión sin éxito, se le suele llamar "sacrificio".
Esta entrada no se va a quedar en esta reflexión y tendrá (o intentará tener) más capítulos:
- Del hecho al derecho: ¿por que no queremos renunciar?
- Mis (pequeñas) renuncias: reflexiones de Paburou sobre lo que quiere renunciar
- Por aquí no paso: Lo que no estoy dispuesto a renunciar.
- La realidad: sólo si nos obligan renunciamos.
- Sobre los banqueros y los bancos.
- Periodistas, maleantes y Baltimore: sobre una serie de TV de éxito en EE.UU. ("The Wire"), que es un "declaración política de principios" de una izquierda cuasi inexistente y en la que el guionista destapa a los blogueros, los cuales somos comentaristas, opinadores y no periodistas, especie en claro retroceso y extinción. Muy acertado.
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